En el último año y medio, la población a nivel mundial ha experimentado una serie de desazones que, sin duda, ha minado su ánimo y ha incrementado su ansiedad ante el futuro.
No solo es el temor de enfermar o que los seres queridos se contagien y puedan perder la vida, es también, el observar cómo la crisis sanitaria arrebató puestos de trabajo dentro de las organizaciones, cómo la economía del planeta entero ha sido afectada y, en algunos casos, a todo ello se suman aspectos de carácter político o social que no ayudan a mejorar el estado de ánimo de los individuos.
En medio de este caos, ¿es posible que el capital humano pueda, no solo superar las adversidades que se le presentan, sino también potenciar al máximo su talento?
Vayamos por pasos
¿Qué es el Efecto Pigmalión?
El Efecto Pigmalión es un concepto que se ha utilizado de forma muy efectiva para ayudar a que los miembros de un equipo puedan explotar exponencialmente su capacidad, sus habilidades y alcanzar todo aquello que se propongan.
Esta historia deriva de un mito griego conocido como “La metamorfosis de Ovidio”. Pigmalión, rey de Chipre, deseaba encontrar a la mujer ideal para casarse con ella. Al no poder encontrarla, se dedicó a esculpir estatuas que cumplieran con las expectativas que él tenía con respecto a dicho ideal.
Una de sus obras más perfectas fue la efigie de Galatea, de la que irremediablemente, se enamoró. Con intervención de la diosa Afrodita, aquella cobró vida y pudo contraer nupcias con el rey.
Al cumplir los anhelos de Pigmalión, la diosa dijo “Mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal”. Como muchas de las manifestaciones de la cultura griega, ésta nos deja una enseñanza que puede alinearse perfectamente bien al mundo empresarial: una persona consigue lo que se proponía previamente a causa de la creencia de que puede conseguirlo.
Se puede decir que se está autocumpliendo una profecía.
El elemento clave para implementar el Efecto Pigmalión
Como la gran mayoría de las iniciativas de cambio y mejora dentro de un negocio, el elemento esencial para que se implemente exitosamente, es el líder. En esta figura recae la enorme responsabilidad de que una práctica como el Efecto Pigmalión no se erosione en medio de la crisis.
La influencia que la figura de poder ejerce sobre el resto, a través de sus altas expectativas, es crucial para lograr los resultados deseados. Es claro que hay que empoderar a los colaboradores brindándoles, en principio, acompañamiento y confianza.
Pero, hay muchos otros elementos que son necesarios y que la cabeza de grupo debe poseer, para que en cualquier situación, pero sobre todo en las críticas, encamine adecuadamente a su equipo:
1. Identificación de emociones: en relación con este tema, el líder debe saber reconocer, no solo las emociones positivas. Es imperante el que pueda trabajar con aquellas que no lo son, porque de ello dependerá la emocionalidad que contagie a sus colaboradores.
El saber administrar sus estados de ánimo en medio de situaciones complejas, no solo generará confianza entre su equipo, también les demostrará que ellos pueden hacerlo también.
2. El poder del lenguaje: en este sentido, debe haber coherencia entre el lenguaje oral y el no verbal. La comunicación interpersonal nos permite observar a nuestros interlocutores y darnos cuenta si lo que nos están diciendo con palabras está alineado a lo que nos comunican con su corporalidad, con sus gestos, con su tono de voz, con su postura…
Las palabras son generativas. A partir de ellas, se pueden dar resultados muy destacados o, todo lo contrario. La forma y oportunidad del mensaje, podrán hacer eco en los individuos, siempre y cuando, se parta de una escucha activa por parte del líder.
3. Más que amenazas, ver oportunidades: de la mano de los puntos anteriores, está el cómo el líder observa las situaciones que se le presentan; en otras palabras, si ve el vaso medio lleno o lo ve medio vacío.
Desde los juicios que hace con respecto a los retos a los que hace frente, está comunicando un mensaje poderoso, que puede ser altamente inspirador y confiado o, significativamente temeroso e incierto.
Todo cambio implica riesgos al encarar lo desconocido; sin embargo, también representa la oportunidad de aprender, de adaptarse, de innovar y de mejorar, creyendo en que la labor que se está realizando es más que suficiente para llegar a buen puerto.
Si el líder tiene muy claro cuál es el rumbo, los colaboradores no titubearán en lo que les corresponde cumplir.
4. Los clientes son importantes, pero los colaboradores, son la base de la organización: por años se ha hablado de la relevancia del factor humano dentro de las empresas. Se dice que son el corazón de las mismas y que sin ellos, nada podría ser posible. A pesar de estas afirmaciones, cuando se trata de cuidar y ponderar a alguien, casi siempre, la balanza se inclina hacia el cliente.
Y no se trata de restarle importancia; es un hecho que las organizaciones que necesitan mantenerse competitivas dentro de un mercado, precisan vender y generar recursos.
Sin embargo, la pandemia nos ha dejado muchas lecciones y una de las principales es que, sin la participación, compromiso, ingenio y talento de los individuos, en verdad, nada habría funcionado.
Por otra parte, un colaborador no creerá y mucho menos, se esforzará por vencer los retos que se le vayan presentando, cuando nada de lo que le dicen esperar de él, se sustenta con un trato acorde a dichas expectativas. De ser así, una vez más se estará cometiendo una falacia.
Para concluir y contestando la pregunta que le da título de esta publicación, el Efecto Pigmalión tiene más vigencia que nunca. Con todo lo complicado del panorama mundial, aún hay muchas razones para continuar creyendo que todo se adecuará, siempre y cuando cada quien haga lo que le corresponde: líderes, talento humano y empresas.
Fuentes de Consulta:
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